octubre 21, 2015 | 2 comentarios |
El último informe de la Organización Mundial de la Salud sobre el mapa de obesidad en el mundo arrojó un dato muy preocupante sobre la salud en nuestro país: Uruguay es el segundo país de Sudamérica en obesidad y el tercero en sobrepeso. El porcentaje es alarmante: el 26,7% de las personas son obesas; mientras que más de la mitad de la población (el 61,7%) padece de sobrepeso. Las cifras son también muy negativas en el caso de la obesidad infantil: más del 10% de los niños de hasta cinco años son obesos, según revela la primera encuesta nacional sobre salud, nutrición y desarrollo infantil realizada por la OPP.
Más allá de los números, este diagnóstico es muy importante para concientizar a la población acerca de los riesgos del exceso de peso. Cuando los médicos y entrenadores insisten en la importancia de mantener un peso normal, no es meramente por un tema estético: es para mejorar nuestra calidad de vida.
La obesidad es una enfermedad y es importante empezar a tratarla como tal. Las personas obesas tienen más riesgo de padecer diabetes, hipertensión, niveles altos de colesterol, enfermedades cardíacas y problemas respiratorios y en las articulaciones. Si bien la obesidad no es una enfermedad ocupacional (ya que no se adquiere en el trabajo), es un factor que incide en su rendimiento y bienestar diario en el espacio de trabajo, por lo que también es un tema que importa en materia de salud laboral.
Lo primero es detectar si tenemos sobrepeso. Eso se hace calculando el Índice de Masa Corporal (IMC), que es el indicador utilizado en los estudios internacionales. ¿Cómo se obtiene? Dividiendo el peso (kilos) por la altura (metros) al cuadrado. Si esta relación altura/peso está entre 18 y 25, se considera peso normal. Entre 25 y 30 significa sobrepeso y más de 30 indica obesidad. En el extremo contrario, un IMC menor a 18 equivale a bajo peso, y menor a 16 determina delgadez severa, que también es muy peligrosa para la salud.
¿Por qué Uruguay tiene un número tan alto de personas con sobrepeso? Hay dos aspectos culturales que inciden directamente (y que han aumentado la tasa de obesidad en todo el mundo): el elevado nivel de sedentarismo y los hábitos de alimentación poco saludables. Son los factores que hay que atacar para comenzar a bajar de peso, adoptando un modo de vida más sano que luego nos ayude a mantenernos en el peso normal.
Consulta personalizada: Cada persona es única y hay personas genéticamente predispuestas a la delgadez (el clásico “yo como de todo y no engordo”) o a acumular grasas fácilmente. Por eso, antes de empezar cualquier tratamiento (sobre todo en los casos de obesidad), es fundamental consultar un médico que nos evalúe y nos derive a un nutricionista.
Alimentación sana: Muchos confunden el “ponerse a dieta” con “no comer” o “comer poco”. Gravísimo error. No solo no atacamos el problema de fondo, sino que pasamos hambre (y cansancio y malhumor) todo el día. Para seguir una dieta sana y efectiva, es esencial consultar a un nutricionista que planifique y haga el seguimiento paso a paso.
Pero las dietas de mantenimiento implican ciertos hábitos que, con sobrepeso o no, todos podemos adoptar para tener una alimentación saludable. Empezar el día con un desayuno nutritivo, sustituir los snacks y alfajores por frutas y cereales, evitar comer rápido, beber mucha agua, disminuir la sal, el azúcar, las grasas y las harinas, y eliminar la comida chatarra son costumbres que ayudan a prevenir la obesidad y a llevar una jornada diaria mucho más enérgica.
Empezar a movernos: Romper el sedentarismo es vital para mantener un peso normal y obtener todos los beneficios de hacer ejercicio, sobre todo si trabajamos muchas horas sentados. Caminar todos los días, salir a andar en bici, animarse en un deporte aventura o anotarse en un club a nadar son formas divertidas y muy efectivas de quemar calorías y gozar una vida más sana. Las sesiones de gimnasia laboral también ayudan a inculcar una rutina más activa dentro del espacio de trabajo.
Descansar bien: Aunque parezca no tener relación, descansar a la noche (de siete a nueve horas de sueño) es importante para no aumentar de peso. Estudios muestran la relación directa entre el dormir mal y el exceso de peso. Dormir bien ayuda al metabolismo y eso favorece la pérdida de peso.
Al tratarse de un problema de salud pública, para que individualmente las personas puedan adquirir hábitos más saludables es importante que se den las condiciones a nivel social. Incluso a nivel de la industria alimentaria se debería abogar por una comercialización responsable, asegurando el acceso de todos a alimentos sanos.
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