septiembre 26, 2016 | 3 comentarios |
“Seguir a tu corazón” es una frase que podríamos encontrar en un libro de autoayuda o en alguna canción. Pero también es el eje de la campaña de la Semana del Corazón de este año, que se realiza en todo el país entre el 26 de setiembre y el 2 de octubre (en torno al Día Mundial del Corazón, que es el 29 de setiembre).
Seguir lo que dicta el corazón es atender a lo que le hace bien, elegir día a día el camino saludable para cuidar la salud cardiovascular, algo fundamental en Uruguay donde las enfermedades cardiovasculares son la principal causa de muerte. No se necesita un cambio drástico de vida para apalear los factores de riesgo: con pequeñas decisiones en nuestra vida cotidiana podemos hacer mucho para que nuestro corazón esté más sano y feliz.
El sistema cardiovascular -integrado por el corazón, venas y arterias– es tan poderoso como vulnerable. Hay diversos factores que hacen que el corazón y los vasos sanguíneos no funcionen correctamente, llevando a trastornos como la hipertensión, insuficiencia cardíaca, cardiopatías coronarias (infarto de miocardio) y accidentes cerebrovasculares, entre otras menos comunes.
Aunque algunas enfermedades cardiovasculares son congénitas, la mayoría de los factores de riesgo son modificables. Por eso es tan importante concientizarnos sobre la importancia de los hábitos saludables: no solo mejoran la calidad de vida día a día, sino que cuidan nuestra vida.
Los infartos no suceden de un momento a otro. Su principal causa es la obstrucción de las arterias (enfermedad arterial coronaria), que se va desarrollando en un largo proceso. Y el corazón envía sus advertencias de que algo no está funcionando bien. Por eso, en gran parte de los casos es posible observar los síntomas antes de que se produzca una enfermedad cardíaca grave. En esta infografía pueden ver los principales signos de la presencia de trastornos cardíacos.
Hacer ejercicio físico regularmente es un arma muy potente contra las enfermedades cardiovasculares. Para integrar la actividad física en la vida cotidiana no es necesario anotarse en el gimnasio: se puede empezar a tener caminatas diarias de treinta minutos, optar por la bici para ir al trabajo, usar las escaleras en vez del ascensor y tomarse una pausa activa durante la jornada laboral para romper con el sedentarismo, sobre todo si trabajamos muchas horas sentados. Por supuesto que si tenemos una rutina de ejercicios disciplinada o hacemos deporte al aire libre, los beneficios cardiovasculares serán mucho mayores.
Así como el ejercicio es el gran protector del sistema cardiovascular, el tabaco es su principal enemigo. Además de provocar otras enfermedades graves, el tabaquismo se considera el mayor factor de riesgo para las enfermedades cardíacas. Los fumadores tienen tres veces más incidencia que los no fumadores, y las posibilidades aumentan cuanto mayor es el tiempo de consumo y cantidad de cigarrillos por día. Lo positivo es que es un factor eliminable, y hoy existen varios programas de salud que ayudan a los fumadores a dejar este hábito perjudicial.
El tercer gran factor en el que podemos intervenir para cuidar la salud cardíaca es la alimentación. Es fundamentar elegir una dieta variada, rica en frutas, verduras, cereales y legumbres, evitando algunos componentes que, en exceso, son nocivos para el corazón: la sal, las grasas trans o saturadas y el colesterol. Recordemos además que la obesidad es una enfermedad directamente asociada a los trastornos cardiovasculares, por lo que es importante mantener un índice de masa corporal normal, combinando alimentación saludable con ejercicio.
Es importante controlar periódicamente la presión arterial y los niveles de colesterol y glucosa. Si la cifra está por encima de los niveles normales puede ser signo de un trastorno cardíaco, y en ese caso es importante controlarlo con un médico. Un chequeo médico general una vez al año también es una buena acción preventiva para minimizar los riesgos.
Cuanto mayor es la agregación familiar de antecedentes cardíacos, más posibilidades hay de que la persona desarrolle alguna enfermedad cardiovascular. Conocer los antecedentes y consultar al médico sobre los riesgos es importante para llevar acciones preventivas que reduzcan el riesgo de ataques cardíacos en el largo plazo.
Descansar bien durante las noches es muy beneficioso para el corazón. La falta de sueño puede ser un riesgo cardíaco, sobre todo en pacientes con apnea del sueño (dificultad para respirar mientras se duerme), que si no reciben tratamiento adecuado son propensos a desarrollar enfermedades cardiovasculares.
Está comprobado que el estrés puede ser desencadenante de infartos y que afecta negativamente la presión arterial y la circulación sanguínea (no es casual que se hable de “hacerse mala sangre” ante situaciones estresantes). Para las personas con una carga laboral intensa, prevenir los picos de estrés es también una forma de cuidar la salud del corazón.
Lo que pasa en la mente influye en nuestro organismo, y mucho. Así como el estrés, la depresión también puede generar daños a nivel cardiovascular. Sentir “dolor en el corazón” no es simplemente una expresión poética. Se ha comprobado que las personas optimistas tienen la mitad de probabilidad de sufrir una enfermedad cardíaca. Además, una persona con actitud positiva, en general, lleva una vida más sana, lo que aleja aún más los factores de riesgo. Retomando la campaña de esta Semana del Corazón, hay que seguir lo que él nos dicta, que siempre será hacer lo posible por sentirnos bien, todos los días.
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