febrero 4, 2016 | No hay comentarios |
Ya hemos hablado en nuestro blog de lo importante que es una alimentación sana para llevar una vida más saludable. Y aunque hay algunos principios que son básicos a toda nutrición, en verano hay que tener ciertas precauciones especiales para sentirnos bien todo el día, sobre todo cuando hay olas de calor.
Además, en esta temporada suele disminuir la sensación de hambre porque nuestro organismo no necesita la comida para elevar su temperatura. Lo positivo es que consumimos menos calorías (y es más sencillo, por ejemplo, empezar una dieta de adelgazamiento), pero el riesgo es que nos pueden faltar los nutrientes para tener la energía necesaria. Por eso les contamos los nueve principios a tener en cuenta para una buena alimentación de verano, liviana y nutritiva a la vez.
1. Mucha, mucha agua. Si la hidratación es importante todo el año, en verano se hace imprescindible beber agua a lo largo de todo el día. El calor hace que sea más fácil deshidratarse, por lo que hay que evitar la sensación de sed y tomar agua antes, durante y después de las comidas; y tener siempre una botellita cargada en el lugar de trabajo.
2. Más frutas y verduras que nunca. El agua que necesitamos a lo largo del día también se obtiene a través de las frutas y verduras. Los jugos, licuados y ensaladas frescas son los grandes aliados de la dieta veraniega: nos hidratan y aportan nutrientes, minerales y vitaminas, además de tener un bajo contenido calórico.
3. Comidas livianas. En verano el cuerpo necesita menos carga calórica; y por eso si consumimos muchas calorías nos podemos sentir más pesados y padecer más las altas temperaturas. Por lo tanto, hay que evitar consumir fritos y grasas, y postres con alta cantidad de azúcar. Las ensaladas de pasta, los cereales integrales, las legumbres y los quesos y carnes magras son comidas que no pueden faltar en la dieta de verano.
4. Especial atención a la conservación. Con el calor los alimentos se echan a perder más rápido. Para evitar intoxicaciones, hay que comer alimentos frescos (lo que requiere una buena planificación de las compras para cada día) y conservar siempre todo en la heladera sin romper la cadena de frío (nunca dejarlos en el horno o a temperatura ambiente, como se suele hacer en invierno). Los alimentos cocidos deben ir en los estantes superiores y los crudos en los inferiores, para evitar que caigan residuos sobre las preparaciones cocidas. Solo se recomienda recalentar una vez, por lo que siempre tomar de la heladera solo la porción que se va a comer. Y por último, si llevamos un picnic a la playa, siempre llevar una conservadora.
5. Conocé los beneficios del té verde. ¿Té en verano? Las infusiones son una excelente forma de mantenernos hidratados, y también se pueden tomar en versión fría, con hielo además de limón y miel. El té verde, muy rico en antioxidantes, es especialmente recomendable para las jornadas de trabajo porque previene el estrés, fortalece la memoria y acelera el metabolismo.
6. Apostá por el pescado. Qué mejor época que el verano para consumir mucho pescado, sobre todo si estamos de vacaciones en un balneario pesquero, donde se pueda comprar la pesca del día. El pescado aporta antioxidantes, proteínas (muy indicadas si vamos a hacer ejercicio) y omega 3, con grandes beneficios para el organismo.
7. Vitamina A para el sol. Hay alimentos que nos ayudan a protegernos del sol y previenen el envejecimiento prematuro de la piel, favoreciendo un bronceado más saludable. Días antes de ir a la playa, se aconseja consumir zanahoria, perejil, espinaca, melón y pescado, que son ricos en vitamina A.
8. Cuidado con los horarios. En verano, sobre todo en vacaciones, solemos desordenar nuestra rutina: trasnochamos más, acomodamos la rutina a la playa, cenamos más tarde. Para no desbalancear nuestra dieta, es importante hacer todas las comidas del día y, entre horas, optar por frutas, verduras y cereales.
9. No olvides el ejercicio. Como siempre, una buena nutrición debe complementarse de actividad física regular, también en verano. Sabemos que con el calor muchas veces no dan ganas de moverse, pero bien temprano en la mañana o ya caída la noche son excelentes horarios para salir a correr, caminar o andar en bici y romper con el sedentarismo.