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marzo 4, 2016 No hay comentarios

Cuidar nuestro estilo de vida, esa es la cuestión

La exposición al sol sin protección a los rayos solares es un factor de riesgo para el cáncer de piel. Fumar es un factor de riesgo para el cáncer de pulmón. Y tomar alcohol es un factor de riesgo para contraer cirrosis. Hay otras enfermedades, sin embargo, que las contraemos y no por acciones nuestras. Ahí está la diferencia entre los factores de riesgo alterables y no alterables.

Pero primero lo primero, ¿qué es un factor de riesgo? Según la OMS, un factor de riesgo es cualquier rasgo, característica o exposición de un individuo que aumente su probabilidad de sufrir una enfermedad o lesión. Es decir, un factor de riesgo no es necesariamente la causa de una enfermedad, pero sí está estrechamente vinculado.

Existen dos tipos: los alterables y los inalterables. Los primeros dependen de nosotros y los segundos vienen dados por nuestros genes. Esto último quiere decir que aunque no podemos hacer nada para evitar los factores de riesgos inalterables, sí podemos “poner de nuestra parte” para prevenir los factores de riesgo alterables. Igualmente cabe destacar que los no alterables, como los genéticos, tienen que ser controlados con frecuentes estudios médicos.

Por otra parte, los factores de riesgo alterables son, por ejemplo, la hipertensión, la diabetes, la obesidad, el sedentarismo, y el consumo de alcohol y de tabaco.

Claro que a todos nos gusta comer con sal, o lo dulce, o solamente comer mucho, pero lo cierto es que debemos cuidarnos con la alimentación porque a largo plazo terminamos pagando esos descuidos. Por ejemplo, si evitamos ponerle sal a todas nuestras comidas, o si intentamos comer menos dulces en el desayuno o la merienda, estaremos controlando mejor la situación y mejorando nuestra calidad de vida (que es lo más importante).

Otro ejemplo. El cáncer es la principal causa de muerte a escala mundial. Según la OMS, aproximadamente un 30% de las muertes por cáncer se debe a cinco factores de riesgo: índice de masa corporal elevado, ingesta reducida de frutas y verduras, falta de actividad física, y consumo de tabaco y alcohol. A partir de esa información debemos tomar conciencia de que hay hábitos que le hacen daño a nuestro organismo y actuar en consecuencia. ¿Cómo? Cuidando nuestro estilo de vida y llevando una vida saludable.

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