agosto 3, 2017 | No hay comentarios |
A veces parece que ni las 24 horas del día nos alcanzan para incluir todo lo que queremos hacer. En las jornadas llenas de actividades que tenemos, generalmente la falta de tiempo es la principal excusa para no hacer ejercicio regularmente. Pero no es más que eso: una excusa. Hoy te traemos algunos tips para mostrarte que no todo está perdido y que hay muchas maneras de organizarse y encontrarle algún hueco en nuestra rutina a la actividad física.
Para quienes trabajan temprano en la mañana, quizás es mucho pedir que se levanten aún más temprano para hacer ejercicio (lo cual sería ideal). Por eso puede ser conveniente prestar atención a nuestra agenda y ver dónde tenemos algún rato, al menos 45 minutos, para salir a caminar o hacer una rutina breve en el gimnasio. La cuestión es acomodar el ejercicio a nuestra rutina diaria, ya sea inmediatamente después del trabajo, entre actividades, o más avanzada la noche.
Aquí hablamos de esas actividades que no son pensadas dentro de una rutina de ejercicios, sino que podemos hacer en cualquier momento. Caminar en la oficina para comunicar algo en vez de mandar un e-mail, bajarse antes del ómnibus o estacionar más lejos para caminar algunas cuadras más, elegir escaleras antes que ascensores, volver a casa caminando o en bicicleta e incluso hacer algunas sentadillas en casa; cada pequeña cosa cuenta para mantenerse activos.
La gimnasia no solo existe en el gimnasio. Podemos salir a dar un paseo antes de la cena o ponernos videos online de entrenadores y seguirlos. Es más, hay personas que realizan rutinas de ejercicios mientras ven las noticias o su serie favorita. Lo mejor es que este tipo de ejercicios se pueden hacer en cualquier momento, desde la comodidad de nuestra casa. Eso sí, no intentar actividades demasiado forzosas sin el correcto asesoramiento de un profesional.
La motivación es crucial para el hábito del ejercicio. Quizás seas una persona que le gusta más el pilates o yoga en vez de entrenamientos de intensidad fuerte con pesas: siempre buscá lo que te dé felicidad. Quizás lo tuyo es ejercitar bailando, o te divierte más un entrenamiento grupal. Los espacios en la agenda se abren cuando realmente queremos hacer algo y no lo vemos como una obligación.
A veces practicamos ejercicio regularmente pero el cansancio o la demanda de otras actividades afectan negativamente en nuestro compromiso. Si estamos en una época de tiempos apretados, lo mejor es no abandonar la actividad física, sino aumentarle la intensidad y disminuirle su carga horaria. Por ejemplo, si hacés una hora al día pero estás pensando que te consume demasiado tiempo, se puede rebajar a cuarenta o treinta minutos pero incrementando la intensidad: descansos más cortos, más series y más dificultad.
El ejercicio se disfruta más si lo hacemos acompañados, y puede ser una excusa para reunirse con amigos o incluso para salir con alguien. Dar paseos con la familia o cambiar la merienda después del trabajo con compañeros por una caminata, un paseo en bici o un partido de fútbol también son formas de ejercitar que no sentiremos como un gasto de tiempo o como algo aburrido.
La jornada laboral también puede ser un momento aprovechado para la actividad física. Hay muchos ejercicios que se pueden hacer en el escritorio y que previenen los riesgos del sedentarismo. Un plan de gimnasia laboral para todo el equipo es una excelente opción para inculcar el hábito del ejercicio sin exigir tiempo extra al horario laboral.
Ahora ya sabés: solo hace falta organizarse y encontrar la motivación adecuada para darle un tiempo en nuestra agenda a la actividad física.